Hollín y Carbonilla vivían en el “País de las Sinrazones”. En ese país había ríos sucios y carreteras repletas de coches y humos negros. Era un país sin pájaros y con hombres grises.
Un día, Hollín y Carbonilla salieron de paseo y tanto anduvieron que se fueron muy lejos y se encontraron una gran montaña de cristal. La montaña era transparente como un cubito de hielo y tenia un cartel que decía: “Este es el país de lo que debe ser”.
Y al otro lado de la montaña transparente se veía un río, un puente y un campo verde. Parecía un país agradable y sin problemas.
-! Que bonito es el “País de lo que Debe Ser”! - dijo Hollín
-Ahí se debe vivir bien. ¿Por qué no traspasamos la montaña de cristal? -dijo Carbonilla.
-Imposible. Es una montaña dura y fría –contestó su amigo.
Pero, aun sabiendo que era imposible atravesar la montaña, ninguno de los dos se movía de allí y al fin se quedaron dormidos.
Una niña del otro lado los vio y exclamó:
-!Oh, pobrecitos! Parecen cansados y enfermos. Seguro que desean entrar.
Y la niña abrió una puerta escondida en la montaña. Por esa puerta sólo entraban los que rechazaban el “País de la Sinrazones”.
De ese modo, Hollín y Carbonilla llegaron al “País de lo que Debe Ser”. Allí vivieron felices después de recibir un buen baño.
Nuestros amigos se cambiaron los nombres por los de “Brisa Limpia” y “Cielo sin Humos”.