Juan se dirigió a los otros niños.
-Venid aquí, que Luisa y yo tenemos algo estupendo que enseñaros.
Los niños no prestaron atención a Juan y siguieron hablando.
-¡Plink, plank, pliink, plank, plink!
La tapa del piano comenzó a levantarse con lentitud y apareció un rayo de luz. Perico, Jasmina y Andrés se quedaron boquiabiertos. No podían creer lo que estaban viendo.
-¿Qué pasa? Nos estáis gastando una broma, ¿verdad? – preguntó Perico con desconfianza. Estaba acostumbrado a las constantes bromas de sus hermanos mayores. Pero nunca había presenciado que las cosas se movieran solas.
Jasmina abrió mucho sus dulces ojos oscuros y exclamó realmente asombrada:
-¡Es un verdadero truco de magia!
-¡Qué va! ¡Pero si es un pasadizo secreto!- exclamó Andrés con entusiasmo.
Luego Perico preguntó con desconfianza.
-¿Cómo encendéis esa luz tan fuerte?
Luisa y Juan no respondieron. Cuando la tapa del piano acabó de abrirse, Luisa tocó de nuevo la melodía:
-¡Plink, plank, pliink, plank, plink!
Luisa hizo sonar el piano; mientras tocaba, el rayo se convirtió en una escalera de luz. Luisa subió al primer escalón y dijo:
-¡Seguidme todos!
Uno por uno, los niños la siguieron, muy nerviosos, y se metieron en el piano.