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La aventura de Romeo

Autor: Mª Carmen Heras

Tipo de texto: Poético


Si a ti te gusta que té cuente un cuento,
escucha lo que sigue muy atento.

En la desembocadura de aquel río
vivía el pato Romeo desde crío,
y era tan corto, tan corto de vista,
que un día decidió ir al oculista.

El oculista lo pensó un buen rato
y por fin le calzó gafas al pato.

-¡Vaya! -dijo Romeo-, soy feliz:
hasta veo un lunar en su nariz.

Si quieres saber más de nuestra historia,
afina bien oídos y memoria.

Romeo, que era algo estrafalario,
se dispuso a volar en solitario
y a subir por el río hasta su nacimiento
con gafas y macuto, ¡y no te miento!

-Hijo -dijo su madre-, tal paseo
puede costarte caro, porque veo
que llevas el macuto muy pesado
y volar no es igual que andar a nado.

Si te interesa que te cuente más,
atiende a lo que sigue y ya verás.

-Cuá, madre, este macuto no me pesa;
quítate esas ideas de la cabeza.
-Adiós, hijito, ¡cuídate la tripa!
-Descuida, madre, ¡lo pasaré pipa!

Romeo voló mucho, mucho rato,
hasta que, ¡zas!, cayó el pato.

Pato, macuto y gafas han caído
en un paraje solo y escondido.
Diente Flojo, castor espabilado,
vio a Romeo casi desmayado.

Entonces se acercó y así le dijo:
-¡Venga!, te llevo a casa; vamos, hijo.

Mucho rato nadaron los dos
por el cauce del río: plif, plof.

Pero en la desembocadura,
Diente Flojo perdió la dentadura.
Y para que esta historia no termine mal,
te proponemos que inventes tú el final.