Tierra de hombres (fragmento)
Obra: Tierra de hombres | Autor: Antoine De Saint-exupery | Tipo de texto: Argumentativo | Etapa: Secundaria | Lecturas: 1231
Compartido por: @sabad el 2020-04-11
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¿Por qué odiarnos? Somos solidarios, llevados por el mismo planeta, tripulación de un mismo navío. Y si es bueno que haya civilizaciones que se confronten para promover nueva síntesis, es monstruoso que se devoren entre sí.

Puesto que para liberarnos basta con que nos ayudemos a tener conciencia de una meta que nos vincule unos a otros, busquémosla en lo que a todos nos une. El cirujano que hace su ronda de visitas no escucha las quejas del que está auscultando: lo que busca es curar al hombre en él. El cirujano habla un lenguaje universal. Lo mismo acontece con el físico cuando medita sus ecuaciones casi divinas que le permiten captar el átomo y la nebulosa a la vez. Y así es, hasta llegar al sencillo pastor, pues quien, bajo las estrellas, vela el sueño de algunos corderos, si es consciente de su papel, descubre que es más que un servidor. Es un centinela. Y cada centinela es responsable de todo el imperio.

¿Acaso creéis que el pastor no desea tener conciencia? En el frente de Madrid visité una escuela erigida en una colina, a quinientos metros de las trincheras, detrás de una pared de piedra. Allí un cabo enseñaba botánica. Desmontando con sus frágiles manos los órganos de una amapola, atraía a barbudos peregrinos que, desprendiéndose de su barro, esparciéndolo por todas partes, subían, a despecho de los obuses, a verle en romería. Una vez dispuestos alrededor del cabo, que estaba sentado como un cantero labrando piedras, le escuchaban con la barbilla apoyada en las manos.

Frunciendo las cejas, apretaban los dientes, no entendían muchas cosas de la lección, pero les habían dicho: «¡Sois unos brutos, acabáis de salir del agujero, os tenéis que incorporar a la humanidad!». Y ellos, con su paso lento, se apresuraban por alcanzarla.

Sólo seremos felices cuando tengamos conciencia de nuestro papel, incluso del más discreto.

Sólo entonces podremos vivir en paz y morir en paz, pues lo que da un sentido a la vida da sentido a la muerte.



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