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Obra: Periódico Elmundo.es

Autor: Teresa Guerrero

Tipo de texto: Expositivo


Cuando se trata de ligar, a la avutarda no le importa llamar la atención. Y es que su estrategia para atraer sexualmente a sus potenciales parejas no puede definirse como discreta: los investigadores que han estudiado estas aves aseguran que su ritual es tan llamativo que los humanos pueden verlo a más de un kilómetro de distancia.

Un estudio encabezado por científicos del CSIC explica así cómo "opera" el macho de avutarda ("Otis tarda") para atraer a las hembras. Levantan la parte trasera de su cola en dirección al Sol, de forma que la luz de éste incida sobre sus plumas blancas y las hagan más brillantes y visibles para las hembras. El cortejo tiene tres partes, en las que van levantando paulatinamente la cola y moviendo las alas hasta convertirse en una bola de plumas.

Para llevar a cabo el estudio, recogido en la revista "Behavioral Ecology and Sociobiology", se utilizaron 250 machos residentes en la comarca de Los Oteros, al sureste de la provincia de León. Los investigadores fueron a siete lugares de apareamiento distintos donde habitualmente acuden los machos para exhibirse y las hembras para elegir una pareja con la que copular.

"Las zonas en las que se exhiben se caracterizan por ser visibles a mucha distancia. Suelen ser colinas o sitios elevados con buena visibilidad", explica Javier Viñuela, investigador del CSIC y autor del estudio. "La exhibición y el apareamiento suelen ocurrir por las mañanas, seguramente porque por la tarde se arriesgan a atraer también a zorros y a otros depredadores".

Los machos se reúnen allí y comienzan a exhibirse. Después, van llegando las hembras y seleccionan a uno de ellos en función de unos parámetros que, según Viñuela, todavía no han logrado descifrar. Copulan y después se marchan solas.

Y es que, a diferencia de otras especies, las hembras de avutarda cuidan solas a sus crías. No tienen pareja fija y cada vez se aparean con un macho distinto. "En el mundo de las aves encontramos todo tipo de sistemas sociales. Las hay monógamas, otras que tienen pareja fija pero a veces copulan con otros e incluso en algunas especies son los machos los que se encargan de las crías", afirma Viñuela.

Otra característica de los machos de avutarda es su gran tamaño, entre tres y cuatro veces más grande que el de las hembras. Pueden llegar a pesar más de 15 kilos y su nombre en latín, "Otis tarda" (ave tarda) hace referencia precisamente a las dificultades que tiene para comenzar a volar debido a su gran peso.

Se trata de la primera vez que se observa en aves que viven en espacios abiertos esta proyección al Sol de sus ornamentos sexuales aunque sí existen algunos estudios sobre aves de bosque.

Las avutardas tienen un ciclo de reproducción muy largo. Ponen entre uno y tres huevos cada vez así que, si ninguno de ellos sale adelante, tienen que esperar al año siguiente para procrear. "Esa es la razón por la que muchas hembras no tienen ninguna cría en un año".

Por lo que respecta a su superviviencia, la avutarda ha desaparecido en casi toda Europa y España es uno de los pocos lugares en los que todavía vive. La prohibición de caza en los años ochenta permitió la recuperación de la especie, que es particularmente abundante en Castilla y León, Castilla-La Mancha y Madrid. Sin embargo, en algunas zonas como Andalucía o el noreste de España sigue habiendo pocos ejemplares.