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El gato montés

Obra: Animales de Europa y sus crías. Ed. Fher.

Autor: (Anónimo)

Tipo de texto: Expositivo


Lo mismo que el gato doméstico, la actitud de olímpica indiferencia hacia todo lo que no le afecta caracteriza el comportamiento del gato montés. Pero no hay que exagerar el parentesco entre ambos: pertenecen a la misma familia de los felinos, eso es todo, aunque les diferencian muchos rasgos peculiares de cada uno.

El gato montés es un vagabundo nato, muy consciente de sus limitaciones: por eso nunca se arriesga a atacar una presa que no esté seguro de capturar. Aunque pesa casi el doble que él, se atreve a caer sobre un tejón, porque los movimientos de éste son muy torpes; en ocasiones intenta cazar un cervatillo o la cría de un corzo, si está seguro de no exponerse al pateo furioso de la madre...

El apareamiento suele efectuarse en febrero. Entonces, los gatos, que suelen ser tan silenciosos y prudentes, maúllan de modo desgarrador, resoplan y chillan; los machos lucha ferozmente por la posesión de la hembra... y el bosque se llena de estos ruidos vitales, estruendosos y dramáticos.

Las crías nacen en abril. Son tan graciosas y juguetonas como las del gato doméstico: durante los primeros tiempos, la cola de su madre es su único juguete, fascinante para ellas. Luego van descubriendo la realidad en torno. Y por último, aún muy jóvenes, abandonan la familia para «vivir su vida» errantes en el bosque, como los individuos adultos.