Presentación de un personaje. La adjetivación.
El traje nuevo del emperador (fragmento)
Obra: El traje nuevo del emperador | Autor: Jordi Serra I Fabra | Tipo de texto: Narrativo | Etapa: Primaria | Lecturas: 953
Compartido por: @sabad el 2012-10-31
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El Emperador era el artista más famoso de la historia de la música. El único, el mejor, el más grande. Desde su aparición, y en solo cinco años, había logrado 20 números uno consecutivos. Uno cada tres meses. Sus cinco álbumes habían sido igualmente número uno las 52 semanas de cada año, desbancándose a sí mismo con la aparición del siguiente. Todo el mundo se rendía a sus pies. Joven, guapo, irresistible. Sus fans se contaban por millones en los cinco continentes.

Así era él.

¿Su nombre? Poco importaba. Nadie lo llamaba Vicente Manuel Soteras Pardo. Para el mundo entero era... el Emperador.

—Hubo un Rey del Rock llamado Elvis Presley, y un Rey del Pop llamado Michael Jackson, y estaban esos chicos del siglo XX..., los Beatles. Y esos otros ancianos, los Rolling Stones. Y ese tío tan feo con voz de regadera... ¿Cómo era? ¡Ah, sí, Bob Dylan! Pero solo ha habido y habrá un Emperador —solía decir—: ¡Yo!

No era mal tipo, pero el éxito le había vuelto algo loco.

Nadie discutía sus ocurrencias.

Su equipo estaba formado por más de cien personas entre ayudantes, mánager, asistentes, cocineros, masajistas, amigos, secretarios, peluqueros, chóferes, guardaespaldas y un largo etcétera de acólitos que vivían a sus expensas y le reían todas las gracias vitoreándole siempre. Lo acompañaban a todas partes, en bloque. Nunca le dejaban solo. Por supuesto, se hacía siempre la voluntad del Emperador. Él tenía la primera y última palabra.

Lo que decía iba a misa y lo que hacía era ley.

Por eso, cuando se anunció El Gran Concierto del Milenio...

—Quiero actuar ante medio millón de personas, dar el concierto más grande y multitudinario de la historia de la música. Y quiero que se retransmita a todo el mundo por televisión e Internet. Que nadie deje de verme en la Tierra. Y quiero hacerlo el 31 de diciembre, para que la humanidad salte al nuevo año con una canción que estrenaré puntualmente a las doce de la noche y será mi nuevo gran número uno. Además, haremos una película con todo y lo grabaremos para editar un disco en directo. Será lo más gigantesco que jamás se haya hecho.

Ya no hubo vuelta atrás.

El equipo se puso en marcha. En unas pocas horas la noticia había dado la vuelta al mundo y se había expandido por el universo: el Emperador iba a cambiar la historia de la música con el mayor concierto jamás realizado.



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